Un día te encontrás jugando un juego que no sabes jugar. Un juego que no es nada divertido. Tan azaroso como una ruleta rusa. Despertar y no saber si el día empieza con una alerta escandalosa, si te levantas al menos a comer, o si vas a querer dormir 24/7 cómo una forma de desaparecer.
De repente, te toca una buena carta, pero ninguna que te permita hacer “menos diez”. Cuanto toca esa, dudás. No puede ser tan bueno, algo malo va a pasar. Si, te acostumbraste a pensar en cosas que temes que pasen, pero no pasan. Te imaginaste lo peor, y eso te atrapa. No disfrutas ese ratito de victoria, que podrías sentir simplemente teniendo una buena carta.
Pero ese juego, de azar no tiene nada. Creer en el azar, es darle al destino la posibilidad de jugar con las cartas que en realidad están en tus manos. No será que nos llenamos de miedos cuando sabemos que el juego depende de nosotros? Será que nunca nos dieron la opción de elegir?